viernes, 8 de mayo de 2015

Opiniones impopulares

Vivimos en una época en la que la frontera entre lo aceptado como común y lo humanamente ilógico es, para desgracia de las minorías sociales, claramente imperceptible. Lo que hace días se asumía como natural se ha relevado a un segundo plano, condenado a que se tilde de tradicionalista aquello que hace meses las masas reclamaban con los puños en alto.
Sin embargo, ante la creciente oleada de pensamientos contracorrientes parece haberse desarrollado una forma de pensar tolerante y respetuosa para con la población, cual sea su condición, siempre y cuando el ciudadano en cuestión tenga limpias sus cuentas y ligero el bolsillo. Considero auténticos cínicos, y no de la talla de Diógenes precisamente, a los que apoyan su condición en esta vana esperanza relegada a espejismo.