Más de uno me habéis preguntado por qué he estado una semana sin publicar nuevas entradas en el blog. Bien podría decir que pereza, falta de ganas, de tiempo, simple dejadez o alguna que otra excusa barata con la que ahorraría tiempo y saliva (bueno, en este caso ahorraría desgastar el teclado del ordenador), pero mentiría. Y como en este blog siempre he querido ir con la verdad por delante os explicaré por qué hay una razón mayor.
El caso es que hace exactamente siete días me enteré de una noticia que me dejó bastante tocado. En casos como este uno no sabe cómo reaccionar, qué decir... ni qué pensar. Un conocido y buen amigo mío, compañero desde hace bastantes años, con el que he compartido momentos inolvidables y muy distintos, y uno de los que más de cerca ha podido ver cómo he ido creciendo como músico y como persona, decidió dejarnos el pasado fin de semana. No voy a mentir, la noticia me ha desequilibrado por completo... a pesar de haber vivido varias experiencias parecidas esta nos ha golpeado a todos por sorpresa, y a mí no ha sido menos. Conocía a este chico desde aquél lejano curso de mates avanzadas, allá por 2010, y para mi sorpresa no tardó demasiado en unirse a la orquesta en la que yo tocaba el acordeón y en matricularse en el conservatorio. A partir de ahí y hasta la fecha nos veíamos con bastante frecuencia, de hecho llegó a ser uno de los primeros lectores del blog, y hasta quedamos un par de veces fuera de clase para tomar algo y charlar tranquilamente, aprovechando tantas ideas que teníamos en común. Quizá es esto último lo que me ha chocado más que en casos anteriores, lo que no me deja dormir. Tantísimos años preparándome para la vida para que una simple noticia, no más trágica que los centenares que oímos a diario, me desbanque de esta manera. Pero frente a ese sentimiento de amargura, tal que no puede expresarse con palabras, tengo que decir que me alegra de corazón haberme encontrado con él en mi camino y haber compartido tantos buenos momentos que de seguro no voy a olvidar en lo que me quede de vida. La carne es débil pero la vida sigue, y no es bueno quedarse atrás. Nuestro deber ahora es continuar avanzando y tirar de aquellos a los que le cueste más, con el recuerdo de Luis siempre vivo en nuestro interior. Descanse en paz.
Un gran homenaje para un buen amigo que leerá desde el cielo.
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