La espada rota se le cayó de los dedos. Will cerró los ojos para rezar. Unas manos largas y elegantes le acariciaron la mejilla y se cerraron en torno a su garganta. Iban enguantados en piel de topo de la mejor calidad, y estaban pegajosas por la sangre, pero su roce era frío como el hielo.
Por si a algún alma desdichada le cabe la menor duda de lo que vamos a tratar hoy, sólo quiero remarcar la violencia de algunas de las escenas que vamos a analizar en esta sección, antes de tener que enfrentarme a más demonios de los que tocan. No quiero que se repita lo que, hará ya cuatro veranos, me ocurrió al visionar el primer capítulo que hoy reseñaremos con mi ya (hasta la saciedad) citado primo pequeño... de aquellas, con doce añitos en el marcador. Una vez más, perdón por restarte inocencia antes de tiempo, compañero... si es que alguna vez tuviste algo de eso.
Como habréis intuido por el título, con esta sección hoy iniciada daremos cabida a un nuevo espacio donde analizar, desde una metodología narrativa y cinematográfica, ciertos episodios de series televisivas que me llamen especialmente la atención. En este caso, trataremos el prólogo del drama político-fantástico Juego de Tronos, basado a su vez en la saga literaria de Canción de Hielo y Fuego del británico George R. R. Martin, cuyo primer volumen bautizaría esta adaptación televisiva. Inevitablemente, la primera entrega de estas reseñas tendrá que ser un poco más larga por explicar también la estructura general de la serie, los criterios de calificación que emplearé de cara a darle una nota simbólica a cada episodio y, en un enlace que dejaré a continuación, un breve análisis (de manos del incomparable Jaime Altozano) de la secuencia inicial que abrirá todos los capítulos, acompañada de ese frenético tema que ya forma parte del imaginario colectivo.
Sin más preámbulos, damos comienzo a la primera reseña de esta titánica macroproducción, con la vana esperanza de encontrar al final del túnel un rayo de luz en forma de conclusión satisfactoria... lo que sería, a estas alturas, una sorpresa agradable. Hago aquí una prevención (que me parece de cajón de madera de pino) ante cualquier incauto que sin haber visto la serie y con pretensiones de hacerlo en un futuro próximo se decida a leer mis reseñas, pues estarán todas ellas cargadas de SPOILERS. Intentaré, eso sí, no hacer escesivas referencias a episodios futuros en la reseña de este capítulo, centrándome en la trama del número de serie en cuestión que estemos analizando. ¡Arriba el telón!