jueves, 12 de marzo de 2020

En cuarentena 1x11: La cabra montesina

El otro día comentaba con mi abuelo lo poco acostumbradas que están las nuevas generaciones a escuchar un cuento antes de dormir. Lo peor no es que se olviden de tantísimos cuentos a los que hoy se tendría mejor acceso que nunca, sino que se pierdan siglos de tradición oral transmitidos de padres a hijos hasta haber dado con el obstáculo que están resultando ser las nuevas tecnologías. Y para hacer mi pequeña contribución, hoy os comparto la versión de mi abuelo Aurelio de un cuento que nos contaba todas las noches de verano en ese lugar mágico al que llamamos "la Finca": el cuento de la cabra montesina.
Érase una vez una familia que vivía felizmente en una casa. En una ocasión, la madre mandó a la mayor de sus tres hijas a que fuese al desván a por el hilo para la costura. La niña obedeció y subió alegremente los escalones. Cuando llegó al rellano se topó de frente con un animal grande, peludo y con dos grandes cuernos, y empezó a cantar:

“Yo soy la cabra montesina,
del monte montesinal.
Y al que pase de esta raya,
¡lo trago de un tragar!”

La niña subió otro escalón y la cabra se la comió. Al poco rato mandó la madre a la hija mediana, que igual que la anterior subió la escalera hasta encontrarse con la cabra:

“Yo soy la cabra montesina,
del monte montesinal.
Y al que pase de esta raya,
¡lo trago de un tragar!”

La segunda niña siguió subiendo y la cabra se la comió. Cuando le llegó el turno a la más pequeña, que era también la más lista y había visto venir a la cabra, salió primero al campo de atrás y recogió de entre la hierba a una pequeña hormiga a la que pidió ayuda para superar al animal. A cambio le ofreció un saco lleno de arroz, pero la hormiga dijo que no porque no podía con tanto peso. Entonces le ofreció un puñado de arroz, pero volvió a decir que no porque no podía con tanto peso. Por último le ofreció un granito de arroz como recompensa, y la hormiguita aceptó. Subió por la escalera hasta llegar al rellano y allí estaba la cabra:

“Yo soy la cabra montesina,
del monte montesinal.
Y al que pase de esta raya,
¡lo trago de un tragar!”

Y la hormiguita también cantó:

“Y yo soy la hormiguita,
que vivo en mi hormigal.
¡Y pica que te pica,
te haré saltar!”

Le subió a la cabra por la pata y empezó a tener cosquillas, y de los saltos que dio salieron despedidas por la boca las dos hermanas mayores. Entonces la cabra se volvió al monte y nunca volvió a cantar su canción. La hormiguita se llevó su granito de arroz y la madre, con el hilo que bajó del desván la hermanita pequeña, le hizo un precioso vestido. ¡Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado!

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. ¡Para eso estamos! El próximo el del leñador y el hacha de oro, para honrar a los otros abuelos.

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